¡ERA AMOR… HASTA EL CIELO QUE ELLA TIENE!
Los dedos de mi madre, abiertos surcos,
cubiertos de silencios, luna y fuente,
cauces anchos en venas de futuro,
nacidos entre abejas de laureles.
Sus cantos entre ruecas de tejidos,
de pastores, sus campos, la simiente,
soñaban del amor sus dulces linos,
canciones campesinas, desde siempre.
…Y sus ojos, sus labios, luz y viento,
como estrellas de sueños, sol naciente,
siempre fueron y están en mi recuerdo,
en flores de infinitos cascabeles.
¡Ay el alma, el alma que recuerdo!,
continuados silencios, como ausente,
eran besos, miradas de un “te quiero”,
¡era amor… hasta el cielo que ella tiene!
Eulogio Díaz García
No hay comentarios:
Publicar un comentario