COMO UN SINO ESCONDIDO A SIMPLE VISTA
Miro y miro a ese Niño y no me canso,
su poder me fascina y me lo explica,
dueño y señor lo siento; hasta hizo el todo,
cruzando su mirada hacia la mía.
Sus ojos en mis ojos, sin creérmelo,
me dice con la hondura más explícita;
asimilar no puedo y pienso casi,
imposible entender lo que me dicta.
Niño es verdad, lo miro y lo presiento,
me lo dicen sus manos pequeñitas,
hay algo que no acierto en su velada,
como un sino escondido a simple vista.
Divino, en su sentencia es infinito,
Yo soy tu Dios, me explica y acaricia,
quedo en paz, esa paz que es imposible,
el tenerla y no ser cosa divina.
Eulogio Díaz García
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